Las que tienen cantidades significativas de calorías procedentes del azúcar, natural —como en jugos o batidos de frutas— o añadido —como en muchas gaseosas y refrescos con gas. No existe una línea divisoria concreta entre bebidas «azucaradas» y «no azucaradas»; a título indicativo, la mayor parte de los refrescos azucarados o de los jugos de frutas tienen unos 10 g de azúcar por 100 ml de producto. Esto quiere decir que un envase típico de 330 ml contiene 33 g de azúcar, el equivalente de seis cucharillas, y aporta unas 130 calorías.
Nuestro cuerpo parece notar menos las calorías procedentes de las bebidas que las de los alimentos y, después de haber hecho acopio de calorías por las bebidas consumidas, no compensa comiendo menos.
Las bebidas «dietéticas» contienen edulcorantes poco calóricos, por lo que su contenido calórico es menor que el de las bebidas azucaradas, pero la mayoría de ellas tienen un elevado grado de acidez, que contribuye a la erosión dental. Lo mejor es beber agua, y también el té y el café sin azúcar son buenas opciones (intente no beber más de cuatro tazas de café al día). Hay algunos estudios que indican que un consumo moderado de café (sin superar las cuatro tazas diarias) puede ser bueno para algunos problemas de salud, pero el exceso de cafeína no es bueno.