Para alcanzar un peso corporal saludable, comer la cantidad adecuada tiene que convertirse en parte permanente del estilo de vida. Con frecuencia, la gente «se pone a régimen» para adelgazar, con cierto éxito muchas veces, pero vuelve a engordar en cuanto lo deja. Todas las dietas de adelgazamiento se basan en reducir el aporte de calorías. La que funcionará en su caso será aquella que considere que puede hacer suya, porque para perder peso (y mantenerse) no se trata de someterse a una dieta que luego se abandona, sino de comer y vivir de un modo que continuará para siempre.
Lo mejor es preservar siempre en la alimentación todos los grupos de alimentos (por ejemplo, los carbohidratos) para evitar un desequilibrio nutricional que podría tener consecuencias negativas a largo plazo. Para contribuir a reducir el número de calorías sin pasar hambre, intente comer muchos alimentos de origen vegetal, que, además de aportar muchos nutrientes importantes y fibra alimentaria, suelen tener pocas calorías. También es útil evitar los alimentos y las bebidas que concentran muchas calorías en porciones pequeñas, y evitar las bebidas azucaradas. Figuran aquí también las bebidas alcohólicas (de todo tipo), ya que el propio alcohol es hipercalórico: tiene 7 calorías por gramo, frente a las 9 calorías por gramo de las grasas y a las 4 calorías por gramo de los carbohidratos y las proteínas.
Ser físicamente activo (que no tiene por qué querer decir ir al gimnasio; puede consistir en caminar más, en vez de permanecer sentado) también es una parte importante de un estilo de vida sano, y es muy útil para no volver a ganar el peso que haya perdido.