La expresión «comida rápida» se ha generalizado, y también se ha utilizado en estudios de investigación. No quiere decir simplemente una comida que se prepara rápidamente, pues el tiempo que lleva preparar una comida no tiene nada que ver con lo saludable que es. Por comida rápida se entienden comúnmente platos precocinados, muy transformados, que suelen tener muchas calorías (por grasas o azúcar) y sal, y poca fibra alimentaria, y tienden a consumirse con frecuencia y en porciones grandes.
Casi todos los datos probatorios que ponen en relación la comida rápida con el aumento de peso apuntan a alimentos como las hamburguesas, las piezas de pollo frito, las patatas fritas y las bebidas grasas (batidos de frutas o lácteos) o azucaradas, como las servidas por cadenas de franquicias internacionales, que producen este efecto porque contienen muchas calorías y tienen muchas calorías por unidad de peso (alimentos energéticamente densos).