Los lugares de trabajo, al igual que las viviendas, pueden tener niveles elevados de radón. El empleador tiene que gestionar la exposición al radón en el trabajo como riesgo laboral. Las acciones que pueden emprenderse para gestionar los niveles de radón en el trabajo suelen ser similares a las de las viviendas: comprobar si el lugar de trabajo se encuentra en un lugar donde es probable que haya niveles elevados de radón y, en tal caso, medirlos. En general, los métodos para reducirlos son los mismos que se aplican en las viviendas.