El radón es un gas radiactivo natural presente en la corteza terrestre. Forma parte de una larga cadena de desintegración radiactiva que comienza con el uranio, cuya presencia en las piedras y el suelo se remonta a la formación de la Tierra. En su forma gaseosa el radón es incoloro, inodoro e insípido, pero su radiactividad puede medirse, y entra en las casas a partir del suelo. Algunas casas tienen altas concentraciones de radón, en particular las situadas en zonas con más uranio natural en el suelo y en las piedras. Puede asimismo estar presente en materiales de construcción y en el agua de beber, si bien estas fuentes causan mucha menos exposición a la radiación que el suelo.
El propio radón se presenta en forma gaseosa, pero no así los productos de su desintegración radiactiva, que se adhieren a partículas de polvo ambiente. Al respirar estos productos de su desintegración, la radiación que emiten puede lesionarnos los pulmones.
La exposición al radón aumenta el riesgo de cáncer de pulmón en proporción directa a su concentración en el aire ambiente y a la duración de la exposición.