Las camas solares son máquinas que emiten radiación UV, que produce en la piel los mismos efectos dañinos que la luz natural del sol; como se trata de una exposición innecesaria, hay que evitarla siempre. El bronceado en camas solares no constituye una mejor base para seguir después bronceándose al sol, y de todos modos el «bronceado seguro» no existe. Usar camas solares para aumentar el nivel de vitamina D es innecesario y está fuertemente desaconsejado. El mismo tipo de radiación UV que induce el bronceado también incrementa el riesgo de cáncer cutáneo y daña la piel, como ya hemos indicado.

Hay quien considera que las camas solares le ayudan a combatir la depresión invernal, pero esto se consigue de modo más seguro con lámparas potentes que emitan luz visible fuerte, pero no radiación UV. Los enfermos que necesitan tratamiento médico con rayos UV tienen que someterse a estrecha supervisión médica, por ejemplo en un centro asistencial. A veces se comercializan las camas solares diciendo que sirven para el tratamiento de ciertas afecciones y enfermedades (como la neurodermatitis, el acné o la hipertensión arterial) o para mejorar la respuesta inmunitaria. Tenga en cuenta que es un médico quien tiene que prescribir y supervisar todo uso por razones médicas.