Hay dos concepciones erróneas en cuanto al número de cánceres que producen realmente las sustancias presentes en el medio ambiente.
En primer lugar, el riesgo fundamental procede de la exposición intensa y durante años a un cancerígeno, por ejemplo en el lugar de trabajo, mientras que es mucho menor el riesgo derivado de la exposición a la misma sustancia a niveles medioambientales.
En segundo lugar, el concepto de «riesgo» varía según se refiera al individuo o al conjunto de la población. Un riesgo relativamente pequeño a escala individual, como el de cáncer de pulmón debido a la contaminación atmosférica o al humo ajeno, puede tener por consecuencia un número significativo de casos de cáncer en la población si se ven expuestas muchas personas; a la inversa, una exposición intensa de un grupo relativamente reducido de trabajadores conllevará un riesgo elevado para las personas expuestas, pero solo un pequeño número de cánceres en el conjunto de la población.