Cualquier movimiento que se haga moviendo los músculos, por lo que abarca muchas actividades en las que no suele pensarse como ejercicio. Esta definición tan amplia presenta múltiples aspectos. Hay que ver el contexto en que se realiza la actividad: en el trabajo (laboral), en el tiempo de ocio (recreativa), en casa (doméstica) o en los desplazamientos (transporte). Muchos de nosotros tenemos empleos sedentarios, por lo que nuestra actividad será principalmente recreativa o de transporte.

Las ventajas de la actividad física guardan relación directa con la cantidad total de actividad (durante cuánto tiempo y con qué frecuencia se realiza) y con su intensidad. Es, pues, importante considerar el tiempo que se ha dedicado a la actividad, la cantidad de veces que se ha practicado y la energía aplicada. Se pueden sacar muchas ventajas de una actividad ligera; el simple hecho de no ser sedentario puede potenciar el gasto calórico. El sedentarismo (estar sentado o tumbado varias horas diarias) requiere muy poco gasto calórico. Un nivel moderado de actividad es aquel que produce un poco de sudor o una respiración algo más intensa. Un nivel intenso de actividad es aquel que nos hace sudar, jadear o aumentar la frecuencia cardíaca. En el cuadro 1 se presentan ejemplos de actividad ligera, moderada e intensa.

Cuadro 1: Ejemplos de actividad ligera, moderada e intensa

Actividad ligeraActividad moderadaActividad intensa
Estar de pie Caminar rápido Practicar senderismo
Dar un paseo Ir en bicicleta (a paso moderado) Correr
Ir en bicicleta (despacio) Jugar al tenis (recreativo) Ir en bicicleta (deprisa)
Hacer estiramientos Jugar al bádminton (recreativo) Practicar la natación
Jugar al tenis de mesa Trabajar en el jardín Transportar objetos pesados
Jugar al golf Jugar a los bolos Jugar al fútbol