La actividad física, independientemente del peso corporal, reduce la probabilidad de aparición de cáncer colorrectal y, entre las mujeres, de mama y de endometrio, que figuran entre los más comunes en Europa. La actividad física también le ayuda a no engordar, lo que a su vez contribuye a reducir el riesgo de padecer estos y otros cánceres, como el de riñón, páncreas, esófago y vesícula biliar. Hay asimismo indicios de que al reducir el sedentarismo (pasar sentado muchas horas al día) tal vez se reduzca el riesgo de cáncer de endometrio.