Evitar la exposición excesiva al sol es importante a cualquier edad.

Sin embargo, cuanto antes se vea expuesta la piel, más años se irá acumulando el daño. Además, en los niños, los citoblastos (las células de las que puede originarse un cáncer cutáneo) de la epidermis están más cerca de la superficie cutánea que en los adultos, lo cual hace que los niños sean más sensibles a la exposición a la radiación UV. Por otra parte, en la infancia y adolescencia los tejidos corporales crecen y se desarrollan con rapidez. Debido a este rápido crecimiento, las células de los jóvenes son todavía más vulnerables a las lesiones por el sol. Conviene que los adultos (padres, familiares, maestros, etc.) ayuden a los niños a protegerse del sol excesivo.

Se recomienda no exponer directamente a los niños en su primer año de vida a la luz del sol, por ejemplo procurando ponerlos a la sombra cuando están al aire libre.